martes, 11 de febrero de 2014

Ordenes de Caballería y su Código



Órdenes de Caballería

Los orígenes de las órdenes de caballería están en las Cruzadas. En Oriente Próximo, surgieron unas nuevas instituciones en las que los caballeros (soldados profesionales) se asociaban entre ellos bajo una estricta y casi monástica forma de vida para proteger a los peregrinos y defender las conquistas cristianas en Tierra Santa. En el siglo XIV, justo cuando los órdenes monástico-militares originales estaban buscando una nueva misión tras la pérdida de Tierra Santa, los reyes empezaron a crear sus propias órdenes, copiando en parte a aquellas órdenes originales, pero con una finalidad diferente: blindar su propia nobleza. Más tarde, a finales del XVI, estas órdenes monárquicas fueron imitadas en la forma por las nuevas órdenes de mérito que se hicieron muy comunes en toda Europa.
Dado que cada institución intentaba servirse del prestigio de la anterior imitándola, el término “orden de caballería” ha ido transmitiéndose y es utilizado en nuestros días para premios y condecoraciones que ya no son órdenes ni están formadas por caballeros. En la sociedad actual, sólo sobreviven unas pocas órdenes desde los tiempos de las Cruzadas y la mayoría de las “órdenes de caballería” concedidas por soberanos o gobernantes (como la Orden de la Jarretera inglesa o el Toisón de Oro español) son, a pesar de su conexión histórica, premios al mérito.

Heráldica y Caballería

A menudo, las relaciones entre heráldica, nobleza y caballería son completamente malinterpretadas. Brevemente, hemos de decir que la heráldica apareció entre la aristocracia terrateniente y se extendió rápidamente a los caballeros en el siglo XII, en una época en la que caballería y nobleza eran clases muy distintas. A lo largo del siglo XIII, caballería y nobleza tienden a fusionarse, mientras que la heráldica se extiende y es usada por todas las clases sociales. Así que, la heráldica no está especialmente relacionada con la nobleza, aunque los usos de la heráldica más fáciles de documentar son los de los nobles, simplemente porque la nobleza era la elite. El desarrollo inicial de la heráldica sí que le debe mucho a las costumbres de la clase caballeresca, especialmente a la moda creciente de los torneos, que se hicieron cada vez más populares a partir del siglo XIII, justo cuando la caballería como institución militar estaba en declive. Los torneos eran la ocasión de mostrar los escudos de armas, y los heraldos, que en su origen eran un grupo especializado de trovadores, se convirtieron en los responsables de identificar y catalogar las armas de los participantes.
Su conocimiento de los escudos de armas también les ayudaba a identificar a los luchadores en plena batalla y a los muertos en el campo de batalla; por ello, los heraldos fueron rápidamente empleados, con capacidad oficial, en batallas, treguas o declaraciones de guerra.

El Código de la Caballería

  • Valor: Buscar la excelencia en todas las tentativas que se esperan de un caballero, ya sean marciales o de otro tipo, tratando de encontrar la fuerza necesaria para ser usada al servicio de la justicia, en vez de para el engrandecimiento personal.

  • Justicia: Buscar siempre el camino hacia 'lo justo' sin las trabas que suponen los prejuicios o el interés personal. Darse cuenta de que la espada de la justicia puede ser terrible, por lo que debe ser atemperada por la humanidad y la clemencia. Si lo que tú ves como 'justo' concuerda con lo que ven los demás y lo buscas sin doblegarte a la tentación de tu propia conveniencia, entonces merecerás un bien ganado renombre.
  • Lealtad: Ser conocido por tu inquebrantable compromiso con la gente y con los ideales por los que decidiste vivir. Hay muchas cosas que requieren un término medio; la lealtad no es una de ellas.
  • Defensa: El caballero ideal estaba obligado por su juramento a defender a su señor feudal y a todos aquellos que dependían de él. Tratar siempre de defender a tu nación, a tu familia y a todos aquellos a los que tú consideras dignos de tu lealtad.
  • Coraje: Ser un caballero significa, a menudo, elegir el camino más difícil, el más costoso a nivel personal. Estar preparado para hacer sacrificios personales al servicio de los preceptos y de la gente que valoras. Pero, al mismo tiempo, un caballero debe buscar la sabiduría que le haga ver que la estupidez y el coraje son primos hermanos. Coraje también significa optar en todo, antes que por la mentira fácil, por la verdad. Buscar la verdad cuando sea posible, pero acordándose de atemperarla con la clemencia, porque la verdad pura puede llevar al dolor.
  • Fe: Un caballero debe tener fe en sus creencias; la fe le libra del desarraigo y le da esperanza para luchar contra la desesperanza que suponen las debilidades humanas.
  • Humildad: Valorar primero las contribuciones de los demás; no jactarse de los propios logros, dejar que eso lo hagan los demás por ti. Contar las hazañas de los demás antes que las propias, otorgándoles el renombre bien ganado mediante actos virtuosos. De esa forma, se glorificará al oficio de caballero, ayudando no sólo a las personas de las que se habla, sino a todos aquellos que se llamen a sí mismos caballeros.
  • Generosidad: Ser generoso en la medida en que los recursos propios lo permitan; la generosidad usada de esta manera es contraria a la gula. La generosidad hace más fácil el camino de la clemencia para discernir cuando se hace necesaria una decisión difícil.
  • Nobleza: Buscar la grandeza de carácter manteniéndose fiel a las virtudes y tareas de un caballero, dándose cuenta de que, aunque los ideales no puedan ser alcanzados, el hecho de esforzase por hacerlo ennoblece el espíritu y hace que el carácter crezca desde las cenizas hasta la gloria. La nobleza tiene tendencia a influir en los demás, ofreciendo un buen ejemplo de lo que puede hacerse al servicio de lo justo.
  • Franqueza: Tratar de hacer todo de lo que hemos hablado de forma tan sincera como sea posible, no en razón de un beneficio personal, sino porque es lo correcto. No restrinjas tu exploración a un mundo pequeño; busca infundir de estas cualidades cada aspecto de tu vida. Si lo consigues, aunque sea en una pequeña medida, serás recordado por tu calidad humana y tus virtudes

Caballería Medieval

Introducción a la Caballería Medieval
A partir del siglo XI empezó a surgir una nueva sociedad en Europa occidental. El fin de las invasiones de los vikingos, magiares y árabes hizo posible el desarrollo técnico, económico, social y artístico sin interferencia exterior que se ha venido en llamar "Renacimiento Románico".

Este conjunto de mejoras y avances se traduce en múltiples repercusiones, como la mejora de las técnicas agrícolas que propicia un aumento de la población, las extensiones de territorios habitados aumenta gracias al desbrozamiento de grandes bosques y marismas, antes deshabitadas, pero donde ahora surgen monasterios y alrededor de ellos también aldeas y pueblos. El crecimiento de pueblos y ciudades junto con el desarrollo de contactos comerciales más amplios -y no hay que despreciar el papel asumido por las peregrinaciones- constituyeron los principales incentivos para la modificación de la forma de organización de la sociedad.
Del mismo modo, la aparición del caballero y del castillo significó un cambio fundamental en la conducción de la guerra.
Caballería Medieval
El caballero era un jinete fuertemente armado. Los monarcas carolingios franceses debieron en parte sus éxitos bélicos a su caballería pesada. Tanto la armadura como las armas se hicieron aún más pesadas y accesibles a un mayor número de personas.
Hacia el año 1100 era corriente que los caballeros no disparasen sus lanzas a modo de venablos, sino que las llevaran sujetas bajo el brazo para abrir las líneas enemigas.
El éxito de la primera cruzada se debió en gran medida a la capacidad de los caballeros francos. Un escritor griego comentó asombrado, que "un franco a caballo seria capaz de atravesar las murallas de Babilonia".
Esta fuerza de choque del caballero cristiano medieval (que también se trasladó a la España cristiana) tenía un doble efecto práctico y moral. Ya que cuando se lanzaban agrupados contra el enemigo formaban un ariete casi imposible de contener y solía romper y desconectar las líneas enemigas. Por otro lado el trepidar de los caballos y el sonido metálico de las armaduras generaba un estruendo pavoroso que es fácil de suponer que amedrentaría al ejército contrario.
Estaua ecuestre de Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid Campeador en Burgos
Una matización es que en España, a pesar de la eficacia guerrera de esta caballería pesada, los ejércitos cristianos sufrieron importantes derrotas ante la caballería ligera musulmana, que sin la misma fuerza de choque, tenía, por el contrario, gran movilidad y capacidad para moverse por el escenario de la batalla según tácticas preconcebidas.
Sobre la misma época, hicieron su aparición por toda Europa los castillos como complejos guerreros.
Lógicamente el origen de las fortificaciones y castillos es muy anterior a este siglo XI, pero en muchos casos se trataba de construcciones muy sencillas, constituidas por una empalizada de madera y una serie de edificaciones erigidas sobre un montículo.
En otros casos se construían torres de piedra que tenían como finalidad servir de atalayas y de protección efímera en caso de encuentro con el enemigo.
Los castillos fueron protagonistas de parte de la Política Medieval. (Castillo de Jadraque - Guadalajara)
Pero poco a poco y sobre todo a partir de estas fechas del pleno Medievo empiezan a construirse grandes fortificaciones en piedra, según estilos que variaban con el lugar y que, dentro de su austero carácter castrense, reunía una serie de dependencias para los ejércitos, las reservas de alimentos y de agua (aljives), patios de armas, iglesia o capilla para las celebraciones religiosas, túneles subterráneos que frecuentemente comunicaban la fortaleza con salidas exteriores a ríos u otros lugares. También estos nuevos castillos apartaban la novedad de presentar varios niveles sucesivos de defensa, como antemuros o barbacanas y fosos.
La nueva caballería
Durante los primeros siglos altomedievales, los caballeros fueron frecuentemente meros hombres de rapiña y que causaban violencias locales que eran censurados por la Iglesia y los poderes seculares. Precisamente, a partir del siglo XI el ardor guerrero de estos personajes, que solían provenir de la nobleza y que no contemplaban otro modo de vida que la violencia y la caza intento ser reconducido hacia otros objetivos mejor vistos por la moral de la época. En muchos casos se les encomendó la vigilancia de rutas de peregrinación para garantizar la seguridad de los peregrinos y acabar con la lacra de asaltadores y bandidos que frecuentaban estos caminos. Con el sentimiento de cruzada, el espíritu guerrero caballeresco también se enfocó a la conquista o recuperación de santos lugares o territorios perdidos por la Cristiandad o simplemente a guerrear contra los infieles.
Caballeros esculpidos en la iglesia de Artaiz, Navarra
Los caballeros vivían casi siempre en estrecho contacto unos con otros, por ejemplo en las campañas bélicas, en las guardias de los castillos o en los torneos, donde las acciones bélicas simuladas eran con frecuencia tan violentas como en la guerra real.
A partir de esta época, entre estos caballeros se desarrolló un sentimiento de solidaridad y camaradería por compartir un modelo de vida y conjunto de valores, una sensación de ser "caballeros y hermanos", incluso cuando luchaban entre sí a muerte.
Capitel con caballeros en combate. Iglesia de Duratón, Segovia
Cada uno de ellos debía disponer de una determinada panoplia y comportarse con arreglo a unas normas aceptadas. Hacia el año 1100 se habla ya de la "Orden de caballería", debatiéndose en sermones, canciones y poemas cuál había de ser el correcto comportamiento de los caballeros.
Numerosos y distintos eran los ideales de esta nueva caballería, pero en general se aceptaba que sus miembros constituían un orden de la sociedad, y de ellos se esperaba una conducta noble del más alto nivel.
Caballero esculpido en la clave de la bóveda del lavatorio. Monasterio de Veruela
 Imagenes: Gentileza sitio web arteguias.com